Hace mucho, mucho tiempo (en una galaxia muy lejana), publiqué una reseña de Siempre hemos vivido en el castillo (We Have Always Lived in the Castle) de Shirley Jackson.
Es una novela corta que me encantó y que a día de hoy conservo en mi lista de libros favoritos.
Si no es tu primera vez en este, mi blog, tal vez hayas notado que, aparte de leer cosas, también me gusta ver las adaptaciones de esas cosas, hablar de ellas y, a menudo, insultarlas porque nunca están a la altura.
Sin embargo, no critiqué la adaptación de 2018 de Siempre hemos vivido en el castillo en mi reseña. El motivo es sencillo y es que faltaban dos años para que se estrenase. El caso es que la vi el otro día y vengo a dar mi opinión, que para eso me pago un hosting en internet.
SIEMPRE HEMOS VIVIDO EN EL CASTILLO (2018)
Lo primero que me llamó la atención de esta película, principalmente porque no me lo esperaba para nada, son las reminiscencias de Wes Anderson que tiene.
Van desapareciendo mientras avanza la película y, de todas formas, son solo eso, reminiscencias. No es que parezca hecha por Wes Anderson, pero tiene ciertos parecidos, como cualquier otra película que ose hacer planos cenitales estáticos con objetos cotidianos.
La novela en la que se basa es muy oscura y creo que la película ha hecho «un Burton», convirtiendo lo siniestro en algo mono. Y lo consigue sin perder la esencia de la oscuridad y el mal rollo que da el monólogo interior de la protagonista.
Los actores no podrían estar mejor elegidos. Sobre todo las dos protagonistas, cuyas actuaciones parecen extraídas directamente de la novela de Jackson.
En general, consigue mantener la tensión tan bien como la novela. E igual que en la versión de Shirley Jackson, el giro de guion no es lo más importante.
Aparte de un par de cambios en el argumento, la película se encarga de rellenar algunas cuestiones que en la novela no estaban especificadas. Con eso y todo, consigue trasladar muy bien la esencia de la novela. Me sorprendió gratamente porque no me esperaba que estuviera tan cuidada o que fuera a ser tan bonita a nivel visual.
Siempre hemos vivido en el castillo de 2018 es una película divertida y agradable si te gustan las películas un poco raras (no mucho, solo un poco) y un poco oscuras (solo un poco también).
Por otra parte, si acostumbras a ver cosas raras y oscuras, seguramente te parecerá que es como un paseo por el parque.
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