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Cartas de amor a los muertos

Título: Cartas de amor a los muertos / Love Letters to the Dead

Autora: Ava Dellaira

Año de publicación: 2014

SINOPSIS

Todo comienza con un trabajo para la clase de Literatura: escribir una carta a una persona muerta. Laurel decide escribirle a Kurt Cobain, que murió joven como May, su hermana. Después de la primera carta, ya no puede detenerse, y escribirá otras a Janis Joplin, Amy Winehouse, Jim Morrison y Heath Ledger, entre otros personajes famosos.

MI RESEÑA

El libro comienza con la narradora, Laurel, escribiendo a Kurt Cobain, así que cuando lo empecé a leer, puse Nirvana de fondo y me sumergí en este libro dispuesta a llegar a donde Ava Dellaira quisiera llevarme.

Si os gusta Nirvana, deberíais leer este libro, será bueno para vuestra alma.

Si no os gusta Nirvana, deberíais leer este libro: será bueno para vuestra alma.

Laurel es una adolescente que se busca a sí misma después de la muerte de su hermana May (fue curioso lo de leer un libro en el que no dejan de repetir mi nombre, para qué mentir,) y nos habla de sus experiencias, a veces confusas, a veces duras y a veces estúpidas, como es lógico en una muchachita que se encuentra metafóricamente perdida en la vida. Pero lo cuenta todo con una voz dulce, adorable e inocente. Es un libro especial por un sinfín de motivos, pero además, lo que hace que su forma sea extra-especial es que todo lo narra utilizando música, películas y series como hilo conductor.

Para mí, Cartas de amor a los muertos fue como pasear por las praderas de Las vírgenes suicidas de Sofia Coppola (esas imágenes de cuando todavía son vírgenes y todavía no se han suicidado), donde puedes sentir una brisa templada y suave mientras escuchas pajaritos cantar en los árboles: bonito y melancólico. ¿Sabéis cuando en Miss agente especial la chiquita rubia explica porqué el 25 de abril es el “mejor día del año”? Pues lo mismo, pero en libro: perfecto para leer solo con una rebequita.

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Ava Dellaira plasma la evolución de Laurel, que transcurre con más personajes de acompañamiento, que a su vez tienen historias tan bien construidas como la principal. El trato que se da a la homosexualidad en este libro me pareció que está hecho con mucho cariño y, como el resto del libro, con personajes y sucesos creíbles y realistas.

Laurel y sus amigas, (que también se buscan a sí mismas, como buenas jovenzuelas en la edad del pavo,) juegan a ser mayores y lo hacen tan bien que consiguen que olvides que siguen siendo niñas, hasta que de pronto se ponen a llorar porque algo les va mal mientras conducen. Lo que pasa es que, aunque nos empeñemos en infravalorar los actos y los sentimientos de la gente joven, la realidad es que en lo único en lo que se diferencian de la mayoría de los adultos es en que no saben lidiar con ello y/o que no lo exteriorizan en público, pero es que, sin ir más lejos, resulta que he visto treintañeros “hechos y derechos” llorar porque algo que no tenía repercusiones a largo plazo les ha ido mal con el coche (y para lo que no debían explicaciones a nadie, que era, por cierto, el motivo por el que lloraban las chicas del libro, las adolescentes al menos no lloraban por el coche en sí mismo,) (no shade, but also shade). Esto me recuerda que “buscarse a uno mismo” no es algo exclusivo de la adolescencia y, de la misma forma en la que no es necesario viajar en una nave espacial o tener robots para deleitarse con ciencia ficción, tampoco hace falta ser adolescente para disfrutar de Cartas de amor a los muertos, que es un libro que a mí me tocó el corazoncito* y me arropó el alma** durante unas horas.

Es una historia que habla sobre el cambio, la evolución y la aceptación, no solo creo que es apto para adultos, sino que no leerlo me parece un error, tengáis la edad que tengáis. Aunque acepto que es posible que no os guste tanto como a mí, porque a mí me gustó así de mucho:

Cartas de amor a los muertos

Es, con diferencia, el libro en el que más notas he puesto y más citas he marcado, culpo al efecto que tuvo ver a alguien escribir a Kurt Cobain de esa manera tan bonita y visceral.

¿Podría haberme gustado tanto este libro si la narradora no hubiera utilizado como destinatario recurrente a Kurt Cobain? Y, más importante, ¿podéis disfrutar de esta novela si no conocéis u os da igual Kurt Cobain? Mi respuesta es un rotundo sí: los personajes que utiliza son una excusa, una excusa que te puede hacer conectar más o menos rápido con la protagonista, pero que no son, ni de lejos, lo mejor ni lo más importante de esta historia, aunque sí son un tremendo plus si tenéis suerte y estos personajes os engatusan igual que a la narradora.

kurt cobain

“But the words that you left [felt] are still alive.” – Love Letters to the Dead

Además de bonito y melancólico, también es un libro duro que, entre otros temas, habla de abuso, pero es algo que se trata con respeto y delicadeza y que deja un precioso mensaje sobre la importancia de la aceptación y la necesidad de enfrentarse a los problemas y a los sentimientos de uno mismo. Todo esto siendo realista, pero positivo, optimista y, de nuevo, bonito por encima de lo demás.

¿Os he convencido ya de que lo leáis? En caso de que no sea así, decidme, ¿¡cuántas veces tengo que llamar “bonito” a un libro para que me hagáis caso?! No pasa nada, por si necesitáis algún motivo más para leerlo o por si ya lo habéis leído y queréis más de mi opinión, os dejo unas últimas reflexiones con spoilers al final 😉

SENSACIÓN GENERAL: PERFECTO

··· Esta es una reseña del libro leído en inglés ···

Si quieres saber más sobre mi sistema de puntuación puedes leerlo aquí.

*O me lo habría tocado si tuviera uno que tocar.
**Alma sí que tengo, solo que la guardo en un cuadro que envejece por mí en el desván.

Me encantó también que rompe con la idea infantil de que los padres solo son padres y no personas: cómo la protagonista se esfuerza por empatizar con su madre e intenta verla a su vez como una hija para intentar entenderla, a pesar de que no puede evitar estar enfadada con ella porque la abandonase, a través de lo cuál consigue dejar de culparse a sí misma del abandono.

También me gustó que Laurel empiece idolatrando a los muertos a los que escribe para ir humanizándolos después. Y que las cosas malas o menos admirables de esa gente, aunque desde el dolor, le sirvan también para entender y aprender.

Por último, creía que iba a terminar de leer el libro diciendo que lo único que le falla para ser perfecto es que Laurel empiece a hacer terapia al final de la historia pero, cuán maravillosa sorpresa al ver que ahí estaba, en el epílogo, convirtiéndola en una historia escrita a la perfección.

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